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Columnista invitado/
Cada día hay mayor interés, y para un ejemplo, los apresurados decretos de la emergencia social ante la crisis del sistema de salud en Colombia, en una utilización eficiente de los recursos sanitarios. Entre éstos, y de forma especialmente contundente, destaca el tema del mal llamado “
gasto farmacéutico”. Ello es debido, en gran medida desde esa mirada, en la que los datos son muy dispersos y no siempre actualizados permitiría conocer
quién, qué, de qué laboratorio y para qué paciente se prescribe, así como quién lo dispensa, además de tener referencia exacta de cuándo y cuánto ha supuesto cada acto individualmente, puede explicar suficientemente las ganancias sostenidas del sector farmacéutico en Colombia en estos últimos 8 años y el interés de capitales extranjeros en invertir en Colombia.
La Farmacoeconomía se puede definir, según el gusto de los economistas, como la disciplina que estudia todos los aspectos económicos del medicamento, como es el caso que se acaba de referir. Ahora bien, ¿en qué se ha gastado el país en el llamado gasto farmacéutico en estos años?, ¿qué resultados de salud han obtenido?, ¿es una cantidad adecuada o inadecuada?, ¿es quizás insuficiente?. Éstas y otras preguntas pueden ser explicadas mediante una segunda (y más interesante para el farmacéutico) definición de farmacoeconomía, que la describe como una materia que se centra en el estudio de la relación entre los recursos utilizados y los resultados que con ellos se obtienen.
La farmacoeconomía aparece como un tema no abstracto, no teórico y alejado de la realidad de los Regentes de Farmacia, es un tema esencial y definitorio para cientos y cientos de pequeños propietarios de droguerías/farmacias de barrio o lo que la autora de este blog ha llamado las droguerías de Bartolo.
De ahí que sea necesario volver una y otra vez a hablar de farmaeconomía y justamente en este aspecto, como en otros muchos, es que la oferta de formación de Regentes de Farmacia es y puede ser mejor que cualquier propuesta negociada de instituciones de educación no formal que consideran que solo es importante aprender-haciendo con un criterio fordista e instrumentalizador sin ver que la claridad conceptual, el análisis de fondo, el bagaje teórico que dan las universidades es vital para entender y transformar el mundo.
La farmacoeconomía es un área de saber vital y dejamos por ahora esta pregunta ¿había pensado en lo importante que puede ser conocer de farmacoeconomía para un proyecto exitoso, viable y sostenible?
CD. Pedro Pablo Aguilera
Director Departamento de Humanidades USC